Por Rafael Ponce, abogado de Iuris 27

Entendemos y es por todos conocido, que vivimos en una sociedad cambiante, orientada hacia la evolución y el crecimiento constante en todas las esferas de la vida. Pues como no podía ser de otra forma, de la misma manera que evoluciona la ciencia, el deporte, la gastronomía… lo hacen los mercados financieros.

La blockchain, es una herramienta relativamente nueva, cuya base sustenta la comercialización e inversión de activos financieros como las criptomonedas, tales como Bitcoin, Ethereum… las cuales vemos cómo van abriéndose hueco en el mercado y cuya falta de regulación y control podría desembocar en el fracaso de las mismas, pues resulta evidente que los estados van a seguir siendo reacios a la utilización de algo que escape de su control.

La principal problemática a la que nos enfrentamos es ver cómo vamos a regular está tecnología Blockchain. Parece evidente, que no es algo que cuadre fácilmente dentro de nuestro marco jurídico, incluso en ocasiones, entraría en confrontación con algunas de nuestra normativa aplicable. Es por ello, que desde ya, hay que establecer un marco de actuación orientado a anteponernos a las posibles controversias que puedan generar la utilización de esta tecnología de bloques.

A pesar de que el mundo de las criptomonedas esta basado en está tecnología, no quiere decir que solo sirva para ello. La blockchain tiene infinidad de utilidades que poco a poco y a medida que vayamos teniendo más contacto directo y útil con ella, iremos perfeccionando, mejorando y desarrollando.      

Uno de los debates más candentes sobre la Blockchain, es el control de veracidad y legalidad al que está sometida está información, debiendo el legislador marcar una línea definitoria para evitar problemas tales como el fraude fiscal y el blanqueo de capitales, pero… ¿Quién se encargaría de controlar esta información?

Con respecto a este debate, una de las soluciones que más escuchamos, es la del intervencionismo de un ente público que sea capaz de controlar, regular y verificar la información recogida dentro de la cadena de bloques, algo que realmente desnaturalizaría en sí mismo el sistema blockchain, cuya principal característica es la descentralización e independencia, no existiendo mayor regulación y sujeción que la del propio mercado.       

En definitiva y bajo mi punto de vista, creo que la realidad social en la que vivimos, no está preparada jurídicamente para la utilización de esta tecnología de manera tan repentina, pues su dinamismo y descentralización, pueden incluso llegar a traspasar el control de legalidad al que están sometidas nuestra normativa aplicable.

Entendemos, por tanto, que a pesar de que este sistema de bloques ha venido para quedarse, es necesario un periodo de transición jurídico-económica para que poco a poco, vaya asentándose en cuanto a su utilización y desarrollo.

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